Actualmente vivimos en la era cibernética, estemos de acuerdo o no, estamos rodeados y necesitamos de la tecnología. El Internet se ha vuelto parte de nuestro día a día. Es una herramienta que nos ha hecho la vida más sencilla de muchas maneras; es un excelente medio de información, cualquiera puede compartir datos que le sirven a otros, también es una gran herramienta de comunicación, en la cual puedes expresarte libremente, pero no todo es perfecto…
Debido a que el Internet nos ha dado la libertad de compartir y expresarnos, han nacido las redes sociales, entre ellas la más popular: Facebook. Esta red fue creada para compartir aspectos de nuestras vidas, desde el plano personal hasta profesional.
Lo interesante es que muchas personas se han desviado del propósito de esta red y la han convertido en un “diario personal” donde publican absolutamente todo, desde dónde están, con quiénes están, qué están haciendo, qué están comiendo, incluso Facebook ha creado las opciones de “Estoy viendo tal programa, tal película, leyendo tal libro, viajando a tal lado”… Toda nuestra vida es un libro abierto.
Internet nos ha creado la necesidad de compartir todo, y por supuesto que al subir algo a la red, se queda ahí por siempre. La verdad es que muchos no lo ven como algo malo, ni siquiera nos damos cuenta de la magnitud de lo que hacemos, lo vemos como algo que está de moda, que si no lo publicamos, no estamos siendo parte de lo que sucede en nuestro círculo social.
Ahora “necesitamos” decir lo que hacemos, como si el Internet fuera un papá al cual rendirle cuentas, y muchas veces éste es nuestro paño de lágrimas, nuestro confidente y testigo de aventuras, cuando en realidad es algo que no te responde, no te consuela físicamente.
Nos hemos transformado en seres que compartimos todo a través de un dispositivo, y con la llegada de los smartphones ha sido más fácil. Los programadores se han valido de esto para crear aplicaciones para seguir exponiendo nuestros hábitos, tales como en su inicio fue Forsquare (ahora Swarm) donde hacemos check-in cada vez que llegamos a alguna parte y así nuestros conocidos saben dónde nos encontramos; o Twitter, en el que con algunos pocos caracteres puedes expresar lo que sea que se te ocurra. Y el más adictivo, después de Facebook, que es WhatsApp, el rey de la mensajería instantánea, que ha sido el culpable de múltiples celos, peleas entre amigos y novios y me imagino que hasta rupturas, debido a su característica llamada “última conexión”, que te muestra cuándo fue la última vez que estuviste conectado, y con hora exacta.
¿Qué nos sucede como especie? Viéndolo de esta manera, sí que estamos locos al depender de unos aparatos, en los que compartimos nuestra privacidad con gente que tal vez ni le interese y hasta se ría de lo que publicamos.
No estoy diciendo que todas las Apps son malas, al contrario, si se usan como deberían, son de mucha ayuda. Y no hay nada de malo cuando compartimos algo que es de utilidad para muchos, pero seamos honestos, a los demás no les interesa a qué hora fuimos al cine a ver la película de estreno. Todo se trata de estar a la moda, de darnos a notar, de satisfacer nuestra necesidad de ser reconocidos, incluso algunas personas han alcanzado sus 15 minutos de fama a través de Twitter, Instagram, YouTube, Instagram, y la lista sigue.
Yo me considero una persona adicta a mi celular, si me he llegado a sentir ansiosa si no lo encuentro, pero de las veces que lo he dejado en casa, me he dado cuenta que el mundo no cambia, todo sigue igual., pero tampoco soy de las que comparto todo, creo que hay muchos momentos que deben quedarse solo en nuestras mentes y corazones.
Es increíble cuánto nos ha trasformado el Internet, siempre queremos saber qué es lo último que está ocurriendo; incluso hay lugares donde te invitan a dejar de usar el celular y convivir de verdad con las personas que te rodean, no con las que estás en contacto a través de una pantalla.
Escribir esto me ha ayudado a reflexionar, espero que a ustedes también y aprendamos a utilizar los avances de la tecnología de forma positiva y no perdiendo el tiempo que podemos aprovechar haciendo otra cosa.
Por Zianya Alcaraz
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