Quienes hemos tenido la experiencia de trabajar en hospitales públicos sabemos que a pesar de los diversos programas de educación sexual existentes para prevenir enfermedades y embarazos no deseados siguen llegando innumerables adolescentes embarazadas, ¿Qué pasa con estos programas de organismos oficial como no gubernamentales, acaso no están cumpliendo su objetivo o hace falta mucho más? ¿De quién es la tarea de educar sexualmente a los jóvenes; de la familia, la escuela, él gobierno o la sociedad? realmente es una tarea que nos corresponde a todos, pero básicamente a los padres de familia, quienes son los más indicados para proporcionar información e inculcar a sus hijos valores como el respeto, la responsabilidad, y el deseo de superarse.
Cuando no se sienten preparados por que ellos tampoco recibieron esa educación, tienen la responsabilidad de acercarse a los profesionales de la salud o a la literatura adecuada para ser orientados.
Una de las etapas más conflictivas que los padres enfrentan es la adolescencia de los hijos, durante la cual se dan fuertes cambios biológicos, psicológicos, y sociales necesarios para transitar de la niñez a la vida adulta.
Es un periodo de inestabilidad hormonal y emocional durante el cual el adolescente tiene que enfrentar al mismo tiempo ciertas exigencias, como asistir a clases y obtener buenas calificaciones en secundaria o preparatoria, decidir que va a estudiar, si se le declara o no a la chica o chico que le gusta, si va a andar con alguien, escoger y convivir con el grupo de iguales, estar o no a la moda para ser aceptado, cuidar su imagen facial y corporal. Entre estos factores que parecen simples, pero que para los jóvenes de esa edad representan una gran hazaña, con cierta carga de ansiedad, también esta la disyuntiva de iniciar o no su vida sexual con otra persona. Si de por si el problema es difícil, se agrava cuando la decisión se carga con fuerte dosis de ignorancia y mitos, o cuando ni siquiera se detienen a pensar si quieren tener esa relación y simplemente se dejan llevar por el momento, sin saber cómo, donde, ni con quien, pero sucede. Y muchas veces resulta en un embarazo no deseado.
Cuando la familia y las diferentes redes de apoyo no han cumplido con el objetivo de la educación sexual, en el momento de “pasión“ el adolescente no es capaz de controlar sus impulsos, de utilizar un método adecuando para preservar su salud. Cuándo las cosas no se discuten abiertamente, incluyendo los temas sexuales como cualquier otro tema, no estamos cultivando la salud sexual y psicológica de nuestro hijo, no le estamos ayudando a tomar decisiones adecuadas.
Durante la adolescencia el cuerpo se prepara biológicamente para engendrar hijos:
Las mujeres ovulan y aparece la menarca, que es la primera menstruación. Los hombres producen espermatozoides y se presentan los “sueños húmedos”. Si en estas condiciones se unen sexualmente sin tomar precauciones, las posibilidades de engendrar hijos son muy altas, aunque se trate de la primera y quizás única vez que lo hicieron.
Pero psicológicamente ¿están preparados para ser madres o padres, para asumir la responsabilidad y dar al hijo el efecto, tiempo, interés y todo lo que emocionalmente demande? Inmerso en un mar de hormonas revoloteando inestablemente en sus emociones, el joven en cuestión difícilmente se encuentra listo para tal hazaña. Todavía está en proceso de desarrollo, formación y consolidación de su personalidad. Y con respeto a lo social ¿Se encontrara preparado? Esto es, ¿tendrá la manera de sacar adelante a su hijo, dé proporcionarle alimentos, techo, alimentos, vestido, seguridad social y educación para que sea un ser humano digno y feliz? cuando los jóvenes cursan la secundaria o preparatoria difícilmente cuentan con este recurso para brindárselos a un tercero, nadie puede dar lo que no tiene.
Uno de los métodos para prevenir embarazos cuando se han tenido relaciones sexuales sin protección es la pastilla de emergencia, está es una alternativa confiable, siempre y cuando no hayan pasado las 72 horas después del coito. Las indicaciones son muy específicas, se recomienda visitar al médico especializado para que indique los medicamentos y dosis adecuadas. Esté tratamiento se debe de utilizar como su nombre lo indica, “Solo en casos de emergencia”, y no como un método de control anticonceptivo, ya que a la larga las fuertes dosis de hormonas pueden dañar el organismo.
EL EMBARAZO DE LA HIJA ADOLESCENTE:
A pesar del impacto que el embarazo de una hija adolescente representa para los padres, éstos no deben tomar decisiones drásticas y precipitadas sin considerar la opinión de los involucrados. Se enumeran algunos puntos que pueden ayudar a sobrellevar la situación:
1. Mantener la calma.
Independientemente si se enteran del embarazo por la propia hija, por otras personas o porque ya se le nota la “pancita”, es necesario que los padres se sienten con ella a hablar con calma y preguntarle que ha pensado hacer con respecto a su embarazo, aclarar quién es el padre del bebe y cuantas semanas tiene de gestación. Porque mientras viva con sus padres tiene la responsabilidad de darles una explicación y contarles lo sucedido hasta donde ella sienta confianza. Es importante no insultar, no gritar, no amenazarla o golpearla ni correrla de la casa. Ya que se bloquearía la comunicación, perjudicaría las relaciones entre padres e hija, e impediría llegar a la mejor solución posible.
2. Intentar no imponerse.
Los padres de la joven podrían creer que la mejor opción es que se case con el padre del hijo para que se hagan responsables. O que lo ideal es que lo aborte o de en adopción. Pero lo mejor es dejar que la joven decida, de preferencia apoyada profesionalmente y por la familia. Sería ideal que esta decisión se tomara de común acuerdo con el padre del bebe, ya que también es su responsabilidad.
3.-Dar tiempo.
Si presionamos para que nuestra hija tome la decisión que nosotros consideramos mejor, es muy probable que nos equivoquemos, además de que no le ayudamos a hacerse responsable.
Debemos respetar el deseo de comunicarle al padre del bebe sobre el embarazo o si lo tomara en cuenta para decidir. Claro que sería mejor que el supiera que su conducta sexual tuvo consecuencias, además que adquirió derechos y obligaciones al respecto.
4.-No obligarla a casarse o vivir con el padre de su hijo.
Si usted considera un error que su hija se haya embarazado a esta edad, obligarla o presionarla para formar una familia o matrimonio no deseado es diez veces peor, porque solo garantiza una vida llena de insatisfacciones, infelicidad e infidelidad por vivir con alguien a quien ni se conoce ni se ama.
5.-Apoyarla y hacerla responsable.
Es importante dejar muy claro que cualquiera que sea la decisión que la hija haya tomado, es su completa responsabilidad. Los padres deben decidir cuál será el apoyo que le brindaran según sus deseos y posibilidades, estando consientes que el compromiso es de ella. Esto significa no sobreprotegerla o quitarle su responsabilidad, por ejemplo haciéndose cargo por completo del nieto o haciéndolo pasar por su hijo. Como si fuera hermano de la madre adolescente. Recordemos que la mentira puede hacer más daño que un embarazo o deseado.
Los padres del muchacho:
Es probable que también los padres del muchacho sufran un fuerte impacto ante la noticia e intenten aconsejarle diferentes opciones:
Que se haga de la vista gorda y no se involucre (en ocasiones dudando de que en realidad sea el padre) o incluso que huya a otra ciudad, o por el contrario pueden pedirle que asuma la responsabilidad y se haga cargo del bebe que viene en camino.
Lo mejor es hablar, tratando de no enfurecerse o indignarse. Los padres deben hablar calmadamente sobre los acontecimientos y preguntarle que siente, piensa o quiere con respecto al embarazo. Deben tratar de no insultar, gritar. amenazar, golpear o correrlo de la casa para que pueda expresar sus pensamientos y tomar decisiones adecuada. No hay que imponerse; debemos explorar que desea nuestro hijo y no obligarlo a responder por ese embarazo, a contraer matrimonio, a irse a vivir con la muchacha o traerla a casa si él no tiene claro lo que quiere. Podemos escucharlo y aconsejarlo, pero es el quien debe decidir.
Lo ideal es que los muchachos platiquen con calma y decidan qué es lo mejor, sin presiones para que no sientan que el otro los está obligando a hacer algo que no desean; con respeto y una comunicación adecuada se puede sobrellevar la situación controlando la angustia. Y si cuentan con el apoyo de ambas familias todo será más fácil.
Por Dominga Galeana CH.
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