Sabía que este reto no sería nada fácil, la Costa Grande merece siempre mis respetos ya que es un recorrido intenso desde que inicia tu madrugada a las cuatro de la mañana, anteponiendo siempre la puntualidad y disciplina. Lo difícil siempre serán los primeros ciento veinte kilómetros, de Chilpo al entronque de Bajos del ejido, pues su pendiente y el calor sofocante que se genera por la humedad, como resultado de las lluvia, es algo extenuante y muy desgastante, sin embargo la magia que encierra cada uno de sus paisaje es algo indescriptible.
Salir temprano te da la oportunidad de ver el amanecer y escuchar los sonidos de la naturaleza, en ese inmenso silencio que te invita hacer una reflexión. Quién soy ? Qué hago? Y… ¿hacia dónde voy en esta vida?
Son muchas preguntas y pocas respuestas, pues la vida misma te va marcando la pauta. Tomar un coco bien frío es parada obligada, ya que entrar al territorio de costa grande, en verdad es una gran odisea pero el sonido que genera el cause del río de Coyuca de Benitez, mitiga un poco ese cansancio pues aún faltan los cincuenta kilómetros más eternos para llegar al hermoso destino, Atoyac de Alvarez. Cinco y media de la tarde y he llegado súper cansado, pero lejos de ese cansancio hay dentro de Sushi, mi fiel compañera, y yo la gran satisfacción de haberlo logrado. Atoyac deriva de los vocablos náhuas, atl toyahul, que significa “corriente de agua”. Otra interpretación lo define como “Lugar del río”. El agregado de Álvarez se le dio en honor al general Juan Álvarez.
Sin duda, este municipio representa mucha historia en todos los sentidos, pues fue cuna de grandes personajes destacados y oriundos de Atoyac como, Don Juan Álvarez Hurtado, Silvestre G. Mariscal, Eutimio Pinzón, Silvestre Castro García y Lucio Cabañas Barrientos.
Por otro lado, hablar de la gastronomía de Atoyac es un verdadero poema pues es la combinación perfecta, desde un rico caldo de mariscos y pasar a un riquísimo relleno de Cuche sin pasar por alto unos ricos tacos de barbacoa de res y chivo, además de sus bebidas refrescantes, como un chilate espumoso o una deliciosa y fría agua de coco, que te hacen cargar de energía.
Atoyac es conocida como la catedral del Café, su sierra es considerada ciento por ciento zona cafetalera, donde su clima, flora y fauna ayuda a cultivar el grano aromático de calidad. El café que aquí se cultiva es orgánico y puro, elaborado mediante un proceso artesanal por las mágicas manos de las familias Atoyaquenses.
Su pueblo tiene historia la cual quedó plasmada en un espacio arquitectónico hecho hoy un ícono obligado de conocer en el poblado del Ticuí, donde yacen los restos de lo que fue un símbolo de prosperidad de la región, la Fábrica de hilados y tejidos “Progreso del Sur Ticuí”, cuyas paredes poco a poco van siendo corroídas por la lluvia y el tiempo. Fue En 1904 que se sacaron finalmente pruebas de los diferentes tejidos y en 1905 comienza la producción de las más finas calidad de telas de indiana, manta, fioco, driles y sedas.
Así mismo se construyó un pararayos, que se colocó en la punta de la chimenea y que protegía un diámetro de consideración abarcando hasta Atoyac, este monumento histórico se va cayendo a pedazos, sin embargo sigue siendo un magnífico escenario donde la filarmónica de Acapulco ha deleitado con su música, además hacer el recorrido y ver las grandes turbinas que generaban la electricidad de la fábrica y hogares aledaños es sin duda majestuoso de igual manera su monumental chiminea de cincuenta metros de altura fabricada de tabique rojo, la cual fue llamada por lo pobladores el chacuaco.
Atoyac es historia viva y es así como un poco de lo que ven nuestros ojos y siente nuestro corazón, buscamos transmitirte una parte de lo magnífico que es nuestro hermoso estado de Guerrero. Ven y vista Atoyac de Alvarez.
Por Oscar Sánchez el Puma “Cicloviajero” 🚴
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