Pues resulta que el experto en meteorología Paul Williams de la Universidad de Reading notó que la concentración de dióxido de carbono se duplica, causa que sean más fuertes las corrientes en chorro, esto haría que los vuelos transatlánticos sean aún más largos, y los viajeros pueden esperar el doble de turbulencia.
El experto Williams estudió la ruta entre el aeropuerto JFK en Nueva York y el Heathrow de Londres (la teoría es en los vuelos de Europa a América).
Encontró que los vientos fortalecidos podrían significar que los vuelos en dirección al este podrían acortarse a cinco horas y media, pero los vuelos en la dirección opuesta aumentarían a más de siete horas.
«Determinamos que los aviones transatlánticos estarían en el aire por 2.000 adicionales cada año», dijo Williams a la cadena CNN.
«Y esto va a sumar 22 millones de dólares a los costos de combustible de las aerolíneas».
Afortunadamente ya viene el Antipode.
Con información de CNN
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