”El gran Jero, rey y artista del ceviche de sierra” el siempre y por siempre bien recordado Jero. —A eso de las 10 de la mañana, ya se le encontraba allá por la Playa Principal, debajo del Amate en su puesto “La Vitamina” que era un cajón de madera cerrado por todas partes, que servía de mesa y de lugar para guardar todos sus trebejos que usaba para preparar el ceviche. —En la parte frontal del cajón, Don Lalo López, esposo de Doña Ruperta Meza, y que se decía sin el menor recato: Pintor, músico y poeta, le había rotulado en letras rojas y amarillas, el nombre de “La Vitamina”, y le decoró todo el cajón con una serie de figuras –supuestamente marinas- extravagantes y estrafalarias, algo así como pulpos con veinte patas, y tiburones con cuernos que nos hacían recordar las pinturas –les dicen surrealistas- del pintor español Salvador Dalí.—
Tenemos muy presente, que a Jero, le gustaba la declamación y en varias ocasiones, lo escuchamos declamar “El Brindis del Bohemio” clásico poema mexicano dedicado a las madres. —Y muchas veces también, nos recitaba fragmentos que decían: “En este triste carnaval de la vida, todos llevamos una alegre mascara” etc…. etc. Creo que era algo de Antonio Plaza.—
Platicando con Javier Rincón Ruíz, —hijo de Jero— nos dice que su padre, nació el 30 de Septiembre de 1910, —poco más de un mes antes del inicio de la Revolución— en Ciudad Guzmán, Jalisco, hoy conocido como Zapotlán el Grande.- Cuando Jero abrió los ojos, lo primero que vio, fue la mole del volcán de Colima, ya que por ahí les queda muy cerca.—A muy corta edad, abandonó su lugar de origen y deambuló por todos los lugares cercanos como son: Tonaya, Casimiro Castillo, Cómala, Zapoltític y la ciudad de Colima. —Permaneció por algún tiempo considerable en la zona de Cihuatlán, y Barra de Navidad en donde por algún rato, se dedica a vender pan.- Un detalle curioso que observamos en la vida de Jero, es que le toco vivir en los dos Cihuatlanes, es decir: el Cihuatlán, Jalisco, y el Zihuatanejo-Cihuatlán. Guerrero. —Ya un poco mayor, –por fin—llega al puerto de Manzanillo, donde conoce, descubre y aprende su verdadera vocación: el arte de hacer ceviche de sierra.—En aquel puerto Colimense, Jero. Casó por primera vez y procreó a Rubén, a Juan, a José y a Rosario; la única hija mujer. —
Es importante destacar, que Jerónimo o Jero, como todos le decíamos, tuvo la bendita suerte de nacer en la población de Zapotlán el Grande, Jalisco, ––también le dicen Ciudad Guzmán–– ya que tal circunstancia, automáticamente, lo convierte en paisano de cuatro destacadísimas personalidades que como él, nacieron en aquel lugar del estado de Jalisco, y brillaron como un sol cada quien en su respectivo ámbito, ellos son: Don José Clemente Orozco (1883-1949) pintor excelso y uno de los tres grandes; Doña Consuelito Velázquez, (1916-2005) mujer y compositora de talla universal, Don Juan José Arreola (1918—2001) escritor y prosista elegante y ameno, y Don Rubén Fuentes, destacadísimo compositor de canciones como Cien Años, La Bikina, Escándalo, Que Murmuren, y muchas más.-
En su afán por la aventura, un buen día Jero, arribó a la Playa Principal de Zihuatanejo, procedente de Manzanillo, allá por 1944, venía formando parte de un grupo de pescadores de tiburón contratados por un americano que se llamaba McDonald; a su llegada a Zihuatanejo, Jero, rápidamente se deslindó de aquel grupo y se instaló en la playa bajo la sombra del viejo Amate, y desde entonces, se dedicó a la preparación y venta de mariscos.—Al poco tiempo Jero, casó con Amelia Velázquez, y procrearon al buen amigo Gilberto.— Posteriormente se vuelve a casar con María de la Luz Ruiz, hija de Don Juan Ruiz, y de esa unión, nacen: Javier. Pancho y Táide.— Desde el principio, Jero, empezó vendiendo –principalmente –ceviche, almeja chocolata, que él mismo buceaba y ostiones; ocasionalmente vendía almeja roja, callo de margarita, ensalada de langosta, caracol burro, y en Noviembre o Diciembre, era la época de percebe.— Todo el marisco que vendía el Buen Jero, era invariablemente fresco y de calidad suprema; es decir una exquisitez.—Pero lo verdaderamente sorprendente, sucedía cuando Jero se ponía a elaborar el ceviche.—Era un rito, una ceremonia religiosa cotidiana.—Se transformaba; siempre son su sombrero puesto, y su cigarro en la boca –circunspecto—se introducía en aquel rito mágico de preparar aquel ceviche de sierra también mágico rico y sabroso que algunos cuantos, teníamos la suerte de degustar.—Jero hacia uso de una receta muy sencilla; se conseguía una sierra fresca de buen tamaño; escrupulosamente le quitaba la piel, no le dejaba ni una espina, sacaba los filetes, y procedía a cortarlos en cuadritos de un centímetro cubico, y a continuación le exprimía el jugo de varios limones, y lo dejaba reposar.—Los demás ingredientes que le agregaba: jitomate, cebolla, un poco de chile, chicharos, eran de primera calidad, y en la proporción exacta.—Al cabo de 30 ó 40 minutos terminaba aquel ritual, y surgía una olla mediana de ceviche que emanaba un rico y escandaloso olor, que no le faltaba nada y que solo incitaba a degustarlo con un par de cervezas bien frías.– ¡¡Pa su ma!!. El que no llegaba temprano, corría el riesgo de quedarse sin ceviche porque ya para las 2 o 3 de la tarde, no quedaba una orden mas. —-Como detalle curioso, cabe mencionar, que durante algún tiempo, Armando Zúñiga, hijo de don Tomás Zúñiga, fue ayudante de Jero: le decían el sécre.—Hoy Armando es Arquitecto y vive en Acapulco.— Un par de buzos de Agua de Correa; los hermanos viruta, Israel y Chalo Otero, surtían a Jero, de todo el marisco necesario.-
Queremos dejar patente nuestra admiración por el buen Jero; por su habilidad para preparar mariscos, por su don de gentes y dejar bien claro, que por razones de nuestro trabajo, tuvimos la oportunidad de conocer todos los puertos —conocidos y desconocidos– del país, y categóricamente recordamos, y podemos decir, que en ningún lugar tuvimos la suerte de probar un ceviche tan delicioso, como el que hacia Don Jerónimo Rincón Araiza.-
El BUEN JERO, como le decíamos de cariño, concluyó su periplo aquí en Zihuatanejo, el puerto hermoso de la Costa Grande que lo acogió; rindió tributo a la madre tierra, es decir falleció a los 92 años el 3 de Noviembre de 2002.—¡¡Descanse en Paz!! y un saludo para sus hijos.—
Consideramos justo mencionar a otras personas que también se dedicaron a vender ceviche y mariscos y así recordamos a: Carlos Martínez Ávila, (1950), esposo de Callita, y hermano de Panchón y Mingo, a Anastasio Tacho Landa, a Julio Pineda y al Güero Guevara, que eran hermanos, y ya últimamente, al buen amigo Rubén Martínez Elísea, el popular Hígado, especialista en ceviche de pez cuche, y Don Fausto Ruiz Olea, que sabe hacer un ceviche sencillamente rico y sabroso y desde luego también en La Gaviota, al final de playa La Ropa, Don Jaime Martínez, prepara un ceviche que le sale exquisito .—Nos retraemos en el tiempo, y recordamos a Chiro Valle,—de La Noria—cuando en 1951, ranchaba (vendía a domicilio) almejas rojas —algo así como de 15 centímetros de diámetro— en una cubeta por las calles salitrosas de Zihuatanejo, a 50 centavos la pieza.—Las pescaba en el Almacén –¡¡Así las cosas!! Auh in ye yuhqui. —
Por Sige Amaro Juárez
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