Todo estado emocional genera una química particular en el cuerpo, como lo hace el ingerir drogas o alcohol. De la misma manera en que la ingesta frecuente de alguna sustancia genera adicción a ella, una química emocional continua también la genera.
Cuando tenemos una experiencia repetitiva a lo largo de nuestra vida, como por ejemplo algún tipo de abuso, nuestro cuerpo se acostumbra a la química de ansiedad o depresión en la que vive y se vuelve adicto; necesita esta química para sentirse “bien”. La ansiedad causada por no tenerla, es equivalente al síndrome de abstinencia de las drogas o el alcohol. Es por esto que personas que fueron abusadas desde corta edad, ya sea emocional, verbal, física o sexualmente, tienden a buscar amistades y parejas que sean abusivos en las mismas maneras, para así conservar su equilibrio químico corporal. Es por esto también que las mujeres golpeadas y maltratadas no pueden salirse con facilidad de sus situaciones maritales aún cuando a vista del observador externo, “la mesa este puesta para hacerlo”.
La adicción es la razón por la que el cambio es muy difícil para la mayor parte de las personas. Hay un temor inconsciente a perder las condiciones químicas, que aunque precarias, son parte de su “normalidad”. Esta condición adictiva pertenece todos los habitantes de la tierra, así que no te sientas a salvo. Simplemente date cuenta de esto, y cada vez que vayas a hacer un cambio y sientas miedo, recuerda que es una de tus adicciones la que te está deteniendo. Pregúntate a que eres adicto. Descúbrelo. No te martirices por ello. Lo importante es descubrirlo y una vez descubierto, trátate con gentileza y compasión. Es muy difícil y poco recomendable arrancarse una adicción en un día. Con paciencia y atención, observando tus reacciones ahora con conocimiento de causa, poco a poco saldrás de ella. Sobre todo ahora que sabes por qué son tan fuertes. Ya no dejarás que tus adicciones te limiten.
Por Rosario Díaz
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